Nadie tiene la voluntad ni las ganas ni el capital para promover una tercera instancia con las características que han tenido los dos últimos, es decir, con órganos especialmente elegidos con el propósito expreso y exclusivo de redactar una nueva carta magna. Nadie.
No le haría mal a la sociedad chilena un empate así caracterizado. Se aprende más en la derrota que en la victoria, se sacan más lecciones en el fracaso que en el éxito.
"Si la propuesta constitucional se ofrece como un acuerdo transversal que incorpora a todo el espectro político relevante, incluyendo a la “izquierda radical”, la gente la votará en contra porque sospecha de cualquier cosa que venga del establishment".
"Nuestra fortaleza institucional sigue siendo significativa en el contexto latinoamericano. Es importante ver las cosas en perspectiva. Pero esa fortaleza solo aleja el peor de los escenarios: el temido retroceso democrático".
"Boric tiene claro que una cosa es el avance de sus ideas sustantivas y otra distinta es la continuidad institucional de la república. En corto, Boric entiende que el torneo es más importante que su equipo. A veces los árboles no dejan ver el bosque. Pero si adoptamos la perspectiva necesaria, veremos que la cosa es mejor de lo que parece".
"Las buenas noticias en el frente económico parecen estar vinculadas a la derrota del proyecto refundacional que presentó la Convención Constitucional, que el ecosistema gobernante apoyó sin matices".
"En esta nueva campaña, la izquierda tendría que desprenderse del relato fragmentario de las identidades oprimidas y la cantinela de la interseccionalidad, para conectarse con la gran identidad chilena, aquella que -teóricamente- nos une en lugar de dividirnos".
"Lo que necesitamos -al menos en la etapa de los expertos, lo otro lo decide la democracia- es cabezas que piensen el problema constitucional en un sentido sistémico y, a riesgo de esoterismo, políticamente holístico".
"La evidencia reciente demuestra que los electores no marcan su preferencia en base a su sentido de pertenencia o identidad con alguna de las fuerzas políticas en competencia, sino que se decantan en contra de aquella opción que detestan".
En la mayoría de los círculos intelectuales, el ambiente ahora oscila entre la cautela y la ambivalencia hasta el franco pesimismo, motivado por la intuición de que hay algo fundamentalmente incompatible entre la lógica de las redes sociales y el tipo de actitudes que requiere una cultura política democrática robusta.
"Quizás solo queda admitir que tanto el oficialismo como la oposición tuvieron incentivos para comprometerse a un proceso pauteado, abreviado y vigilado, tanto por el riesgo de un descalabro electoral en una contienda 100% democrática -por el lado de la izquierda- como por la conciencia de la oportunidad histórica de matar la constitución de Pinochet sin renunciar a los pilares centrales del modelo -por parte de la derecha".